La falta de información conlleva a una incertidumbre a la hora de tomar decisiones y analizar las consecuencias. Por lo tanto, contar con información confiable es necesaria para evaluar e implementar soluciones de una manera más eficaz y útil. Ésta es especialmente importante para países en desarrollo, como Paraguay, que suelen tener menos financiamiento e infraestructura para enfrentar desafíos como el cambio climático, a diferencia de los países del primer mundo. Paraguay, cuya economía depende de la agricultura y ganadería, tiene un índice de impacto alto con respecto al cambio climático. Para predecir eventos climáticos extremos, epidemias y otros factores ambientales que impactarán sus industrias principales, es necesario que tengan datos ambientales del pasado y presente. No obstante, los sectores industriales, gubernamentales y académicos sufren de una falta de registros ambientales.
Carolina Recalde es un docente de física y estudia su maestría en Química Ambiental a la Universidad Nacional de Asunción (UNA); también trabajó para el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES). En el MADES, tomó el inventario de gases invernadero del país. Según Carolina, hay varios métodos para hacer el inventario, que depende de la cantidad de información que se tiene y en Paraguay, “nos manejamos con información muy gruesa, decimos nosotros, información desprolija”. Los datos requeridos para los cálculos nacionales de gases invernadero pueden ser precarios, incompletos o no digitalizados. Algunas industrias, como la agricultura, tiene registros ambientales, pero no quieren compartirlos. Por ejemplo, los grandes productores y ganaderos quieren evitar impuestos adicionales, y solo comparten información que van a beneficiar a si mismos, “todo lo lindo, nada más de agricultura y ganadería es lo que cuentan”, describe Carolina.
A veces, los datos simplemente no existen. Por ejemplo, no hay datos en la composición de biodiesel paraguayo, así que estiman los cálculos de emisiones usando datos de biodiesel brasileño y argentino, lo cual introduce incertidumbre a los resultados. Como estos cálculos son estimaciones, no puede representar ni cuantificar las emisiones de biodiesel en Paraguay con certeza, y por eso no puede influir las normativas y estándares. Carolina atribuye la falta de datos ambientales en los sectores gubernamentales e industriales a leyes de documentación ambiental que no son exigentes y la falta de centralización gubernamental por estas tareas de documentar.
Otra estudiante de la UNA, Ana González, describe la importancia de los datos ambientales en Paraguay, “para aplicar algún modelo (con algún software) y obtener algo certero que represente la realidad lo más cercana posible y tal vez pueda usarse para predecir lo que se pueda dar en un escenario futuro, necesitas muchos datos” y sin la cantidad suficiente, en la mayoría de los casos no se alcanzan resultados muy fiables. Ella es una de las paraguayas determinada a llenar el vacío de datos ambientales en Paraguay. Por su tesis de grado, ella investigó la calidad de agua potable en su ciudad, Paraguarí. Como uno de los primeros de este tipo de estudio en Paraguarí, Ana tuvo que superar muchos retos. Por ejemplo, ella tuvo que identificar fuentes potenciales de contaminación, como industrias, estaciones de servicio etcétera. Para lo cual descargó de la Base de datos de la Dirección General de Encuestas Estadísticas y Censos (DEGEEC) dichos puntos para acceder a las ubicaciones de los sitios. Sin embargo, la última actualización de los datos fue en 2012. Como muchos sitios habían cambiado durante los siete años, ella tuvo que realizar un recorrido por toda el área de estudio para actualizarlos. También, tuvo que dividir toda el área y contar manualmente el número de pozos ciegos y viviendas por hectárea, en un total de 3.593 grillas o hectáreas. Ella realizó unas 180 de 200 encuestas, sola.
Según Ana, la perseverancia e insistencia para obtener los datos ambientales, y además los fondos escasos en Paraguay (en ocasiones), es lo que hace que estos datos no estén disponibles ni sean compartidos en la investigación académica. Por eso, si alguien investiga un tema “es como si fuera a empezar de nuevo, aunque también el paraguayo a veces ha investigado por años, pero no ha realizado ningún registro de eso”, que resulta en una desconexión en los datos recolectados. Eso retrasa los proyectos académicos que llenarían los vacíos existentes, si se compartiera la información correctamente.
Si la falta de datos misma retrasa el proceso de obtener datos por países como Paraguay, ¿Cómo se supera este obstáculo? Ana cree en la importancia un base de datos madre accesible al público, donde otros investigadores puedan subir los resultados de sus estudios y que estos sean nutridos de investigaciones en la misma línea o vinculadas que generen más información. Para aquellas entidades privadas que no llevan un registro, Carolina recomienda que hay auditorios privados que toman los datos y solo comparten con la entidad misma. De esta manera, se puede crear un hábito de colectar datos y concientizarlas de impacto ambiental. Ambas Carolina y Ana mencionaron la necesidad de leyes más exigentes que “toquen el bolsillo” de la gente con respecto al registro de datos. Finalmente, las dos dijeron que la educación es la herramienta clave de todo. Desde la niñez hasta la vida profesional, describían la importancia de cultivar el hábito de registrar y compartir los datos ambientales. “Nos falta mucho trabajo y mucho camino para recorrer” dice Carolina, así que “tenemos que concienciar, mostrar, hablar y comentar, con lenguaje sencillo para que todos puedan entender”.
Para más información de la investigación de Ana y Carolina, se puede contactar:
Carolina Recalde, nrecalde@ing.py.edu
Ana González, anabegonz91@gmail.com
Sobre el Autor
Alexandra Novak es una química ambiental con experiencia en investigación de la calidad del aire y materiales. Recientemente completó una beca Fulbright en Paraguay donde estudió biomateriales para la remediación de metales pesados.